Y en la oscuridad de la luz encontré un alma
que me miraba susurrándome al oído:
Que jamás pierda la esperanza,
cuando esta nunca ha existido.
Y en la luz de las sombras encontré al diablo
que me gritaba desconsolado desde su trono:
Que siempre tenga la intención
de vencer a mi enemigo.
Y entre los dos, el gris cuadro del Pintor.
Obvio sus consejos, otra vez de nuevo,
y dejo pasar la soledad de estos momentos
como el sol ha dejado paso
a la alta luna con su velo.
Y ahora descanso en mi pequeño retiro,
lejos de nada, y siempre cerca del olvido.
Cercando unos recuerdos extraños y precisos
de algo que suena como un sueño,
de algo que nunca ha ocurrido.
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