miércoles, 27 de enero de 2010

Sueños y cejas

Despierto y miro el reloj de pulsera de encima de mi improvisada mesilla, una caja de cartón, son las tres y cuarto de la tarde y otra vez me he quedado dormido con el cigarrillo en la mano. ¡Joder!
En mi cama estas tu otra vez. Me miras con cara de odio mientras duermes, lo se, lo veo en tus cejas. Por la ventana entra un sol nauseábundo cortado en líneas por la persiana rota de la habitación e ilumina tu pelo negro; Parece azul pequeña, pienso.
Miro tu cara, ya no es esa cara de niña, el peso de los años cae sobre tus mejillas y labios... Lo siento pequeña, lo siento. Siento haberte traído a esta habitación perdida entre nuestros sueños.
Otra vez me palpitas, otra vez crece tu sonido en mi pecho, es la conciencia de haber hecho algo mal, algo de hace mucho tiempo, algo que hace levantarme de la cama todos los días beber un vaso de agua y mirar la puerta de la habitación.
Y ahí estoy ahora, ante esa puerta a punto de abrirla, a punto de irme, de olvidarme de nuestros sueños y dejar que los tuyos salgan de su escondrijo entre tus cejas.
Cojo el pomo con una mano y lo acaricio...
Pasan interminables segundos en esa posición... ¿Es la puerta que se resiste a ser abierta, o es mi mano que se resiste a abrirla?
Ya has ocupado toda la cama de nuevo, no puedo evitar sonreír, destapándote totalmente empiezas a temblar de frío. Me acerco a taparte con esa colcha que tantos recuerdos nos trae...
Sentado a tu lado enciendo otro cigarro y me vuelvo a preguntar... ¿Por que soñamos con personas y futuros cuando estos no pueden cuajar?