lunes, 28 de diciembre de 2009

Cuentos del Pintor II

"La mejor canción de la Historia"

Érase que se era, en un país llamado Utopía en la Pentagramada provincia
de Solfeo un compositor joven y ambicioso. Su nombre, como no, iba a ser Dafoe y su apellido Catibaldi.
Dafoe Catibaldi, compositor apasionado de buena familia tenía un sueño. Quería componer la mejor canción que todo ser humano hubiese escuchado jamás, la obra maestra de las obras maestras, la composición más perfecta que se haya creado nunca.
Peligrosa es la ambición de Dafoe y por ella dedicaría su entera vida.
Primero, estudio todo lo estudiable para poder componer, se hizo un nombre entre los músicos de la época, como gran musicólogo claro, por que nunca llegaría a componer ninguna canción en esos años.
Ya cercano a la treintena comenzó a viajar por todo el mundo. Perdiéndose etapas enteras con tribus, viviendo en las ciudades mas cosmopolitas del mundo, saltando de rincón a rincón del planeta recavando todo el sentido que la música podía tener para el ser humano.
Fue así como llegó el día de volver a casa, viejo, sabio pero todavía con la misma ambición.
Trabajó encerrado, día tras día en su obra, su única canción, su legado al mundo. No fueron pocas las veces que desesperado pensó que la muerte le llegaría antes de poder componerla: Kilos de pergamino pentagramado fueron tirados a la basura. Su ritmo fue tan lento que llegó a pasar un año entero en el que lo único que consiguió fue escribir tres corcheas.
Un amanecer soleado de invierno, en su pequeña casa en la provincia de Solfeo, un decrépito Dafoe escribió el último silencio de la partitura de su obra, y murió sin haberla podido escuchar entera.
La familia que aun vivía se interesó por su trabajo después de muerto y publicaron al mundo su obra: “El Himno Del Humano”
El himno duraba exactamente veinticuatro horas, y podía ser tocado por cualquier intrumento o por infinidade de ellos al mismo tiempo. En el inicio daba la sensación de un amanecer y al final era como si la propia canción provocase la caída de la noche. Su ritmo, su armonía era algo nuevo, algo que no había sido escuchado antes y que además tocaba ligeramente cada parte del mundo según discurría la canción. Era fantástica.
Al mundo le encantó, no había persona en el mundo que no se sintiese identificada con el Himno del Humano. A pesar de su larga extensión a la gente se le hacía amena su escucha he incluso acompañante para la vida.
Los compositores de la época, que se mofaran de la ambición de Catibaldi, admitieron que nunca antes se había compuesto algo tan hermoso como la canción de Dafoe. Muchas naciones adoptaron fragmentos de la canción como himnos nacionales, algunas ciudades hacían sonar la canción permanentemente en sus calles, el mundo entero se rendía ante tal obra maestra.
Por imposible que pareciese Dafoe Catibaldi logró lo inlograble. Pero lo que él nunca supo fue que no solo logró convertirse en el autor de un Himno para una especie entera si no que también acabaría siendo el asesino de la música.
Después de algo tan soberbio como el Himno. Los compositores intentaron lograr algo parecido, pero no lo conseguían, la frustación era enorme nada de lo que compusiesen sonaba tan bonito como el Himno. A los músicos cualquier otra cosa que no fuesen fragmentos de la canción de Dafoe les sonaba mal.
Nadie era capaz de acercarse a la obra de Catibaldi, y asi fue como pasó el tiempo y nadie componía nueva música, y los músicos solo tocaban el himno.
Poco a poco se perdió la música anterior al himno. Poco a poco la música murió como tal y solo un Himno imperecedero sonaba en todos los rincones del mundo.



“Por lo menos todos sabemos que esto es imposible y
la música nunca morirá”

2 comentarios:

Notedoy Minombre dijo...

nunca morirá....como dejemos sueltos a los canis, reguetoneros, bakalas, el canto del loco y Lady Caca...digo gaga....creeme que se acabará la música, aunque solo sea por que acabaré loco y matando a TODO el mundo!!!!!! cuidate!

PD: un poco Borges, no?

Ro dijo...

Me caen bien tus letras, sisisi.

Me gustas!

Biko