lunes, 10 de noviembre de 2008

Capitulo I: Fe y conciencia de especie

No llores por el cuando te ha tocado vivir por que no es necesario culparte de aquello que no puedes elegir.

No recuerdo quien lo dijo, pero si recuerdo donde lo escuche. Fue hace unos años en un habitáculo residencial entre espirales de humo verde y columnas de humo negro que salían de nuestras cabezas al discutir sobre... bueno al discutir sobre todo y sobre nada.
En aquel momento conversábamos sobre si tenemos que agradecer la época en la que vivimos o no tenemos que hacerlo por que las ha habido mejores; y posteriormente incluimos el factor futuro al debate, preguntandonos si no sería mejor la vida en un futuro.

Me encontraba en esos momentos más inmerso en el humo verde de las espirales que en producir humo con mi cabeza pero atendía a la conversación dejando que cada palabra entrase en mi mente y descansase una milésima de segundo en ella hasta salir finalmente dejando un rastro de significados. Llevaba tiempo sin participar en la conversación.

Una ronda despues alguien intento, sin lograr la victoria, cambiar de tema de una manera un tanto brusca: "¿Nunca habeis pensado en Dios y todo eso? Los misterios de la vida o el infinito..." Tema recurrente en coloquios filosóficos como aquel, así que se obvio el malogrado comentario y se siguió con la tónica de la conversación. Sin embargo esa frase me despertó de mi sopor.

Era como si se hubiese abierto una trampilla que llevaba siglos cerrada o como si se hubiese activado el mecanismo que abría un pasadizo secreto a una biblioteca prohibida; pero la cosa es que mi cabeza empezó a funcionar como un tren. El chasquido de la chimenea dio el pistoletazo de salida y el movimiento de las piezas de metal forjado que unían las ruedas de la locomotora (siento no recordar su nombre) comenzaba a hacer ruido y a hilvanar el movimiento de una con la otra. Eso era lo que me pasaba: el ruido representa lo que yo empecé a explicar, al fin y al cabo el habla no es más que ruido con miles de años de perfeccionamiento, y cada palabra que decía daba sentido a la siguiente, como cada rueda que se movía movía tambien a la siguiente.

"Pongamos de referencia que tal y como es el ser humano este necesita algo que le explique lo inexplicable, que le anime a seguir adelante y que le prometa que todo lo que hace en su vida no va a caer en saco roto (empecé como si fuese a explicar una teoría científica). Esa "inquietud" ha sido subsanada por el ser humano durante miles de años por la fe, la creencia en el más allá en sus múltiples formas. Lo que nos ha tocado vivir amigos míos (en este momento me comporté como un profeta, lo reconozco) es una fase intermedia entre la fe y la conciencia de especie. No estamos preparados para adoptar un comportamiento como colectivo, como especie, pero tampoco podemos creer, tan fervosamente, en el más allá. Las religiones estan condenadas a muerte y mientras perdemos lo único que tenemos para aliviar la "inquietud" nos queda mucho, muchísimo para llegar a creer que cada una de nuestras vidas es un eslabón de la gran cadena de la humanidad que quiere avanzar y llegar a responderse ella misma los grandes interrogantes de la existencia. Y que si usamos nuestra vida en ese objetivo entonces no nos daría miedo morir."

Hice una pausa, me miraban estupefactos, y yo a ellos tambien como sorprendido de mis propias palabras; terminé de la siguiente manera: "Nos a tocado vivir el punto de nuestra historia donde más perdidos estamos, no tenemos fe y nos queda mucho para llegar a obtener la conciencia de especie y lo peor es que en el camino podemos destruirnos"



2 comentarios:

Unknown dijo...

Oa Oscar, no sabia esta faceta tuya e, jajaja, esta claro que la carrera nos deja mucho tiempo libre :P
Muy bueno. Un besiito

Anónimo dijo...

Pon acentos tío!