Cuando las cosas no van como deberían ir en el comienzo de los tiempos vimos que todo tiene un principio y un final.
Hoy en día, me pregunto si quizás no estaremos preparándonos para el final o si no ha empezado ya el apocalipsis basado en el choque de civilizaciones, terrorismo y una fría confrontación entre superpotencias mundiales por los recursos naturales del Ártico o otras zonas por explotar.
Si leemos en perspectiva las noticias, nos hablan de un desarme nuclear constante y una guerra diplomática contra aquellos estados, considerados peligrosos por otros que lo son mucho más que ellos, que intentan obtener la tecnología; pero por otro lado cada día veo más y más acuerdos de venta de armas entre países o concesiones entre países para el libre paso militar por sus territorios. Todo esto sin contar por supuesto con las tres ocupaciones militares del siglo XXI: Irak, Afghanistan y Georgia.
Italia militariza sus calles con el pretexto de la seguridad de sus ciudadanos, las extremas derechas sacan sus mejores resultados electorales desde la última gran guerra en muchos países Europeos, EEUU instala más de 20.000 cámaras de video de uso público en su frontera con Mexico para que cualquier ciudadano pueda vigilar a los “espaldas mojadas” desde Internet. El panorama futurista de los países desarrollados me recuerda a “1984”.
Bajo el Mediterráneo el islamismo fanático se concentra en células capaces de cualquier cosa por su fe, ven a los de arriba como los causantes de sus males ( y no les falta razón en parte) y buscan el lugar ideal para hacerse entender bajo una estruendosa explosión. Los judíos perseguidos allá atrás persiguen ahora a los musulmanes en Palestina bombardeando incluso almacenes de la ONU alegando errores en la teledirección de sus misiles. Son tales los problemas que hay ahora en el mundo desarrollado que parece que no se habla a penas de lo que hay más abajo del ecuador: África y su pobreza ha pasado a un segundo plano.
El capitalismo sin escrupulos de los países desarrollados, el fanatismo de los países musulmanes, el odio entre civilizaciones, etc… pueden acabar con todos nosotros. Puede que reaccionemos antes de que la confrontación sea inevitable, o puede que no ocurra nada realmente serio pero por si acaso el mundo se prepara para el apocalipsis, y en ese caso solo puedo desear que después de él quede alguien para poder contarlo y alguien para poder escucharlo.
Nuevo pero viejo, diferente pero manteniendo la costumbre, realista y de ficción emocional pero sin imponer la razón
viernes, 21 de agosto de 2009
miércoles, 19 de agosto de 2009
Limpiando tenedores
Es quizás una hora muy especial, donde el vinagre (cuando no me ve Manoli, ginebra) se desliza por el metal de una hueste de infinitos cubiertos mientras pienso. Hago caso a los consejeros y pienso. Pienso y cuando me aburro de pensar empiezo a intentar sentir.
Pues ayer entre una cuchara sopa y un tenedor de postre lo conseguí, sentí. Y no solo sentí si no que razoné sobre mis sentimientos y mis conclusiones son duras y fuertes y quizá descabelladas por que siempre tiendo a los extremos. O todo o nada.
Cada limpieza de tenedores trae consigo un efecto diferente en mí. A veces caigo en la vagancia de ser una pala de pescado y me refugio en lo de siempre. Otras me muestro sumiso y obediente ante las opiniones y creo realmente que los cuchillos me conocen más de lo que me conozco yo mismo.
Las menos, me siento como un tenedor gigante con ganas de pinchar todo lo que me hace daño.
Pero ayer no fui cubierto, ayer me acerqué un poco a mí mismo y fui, entre una cuchara de sopa y un tenedor de postre, Oscar. Y ahora pienso como no necesitar a los cubiertos para ser yo.
Lo escrito es suficiente para mi, lógicamente así visto no tiene ninguna conclusión para hacer merecedores a estos párrafos de ser publicados. Pensando más fríamente me doy cuenta que es curioso como las actividades repetitivas que usan poca parte del cerebro dejan a tu cabeza en una especie de estado clarividente y dan la calma que de otra manera no consigues. Esta puede ser la conclusión.
Pues ayer entre una cuchara sopa y un tenedor de postre lo conseguí, sentí. Y no solo sentí si no que razoné sobre mis sentimientos y mis conclusiones son duras y fuertes y quizá descabelladas por que siempre tiendo a los extremos. O todo o nada.
Cada limpieza de tenedores trae consigo un efecto diferente en mí. A veces caigo en la vagancia de ser una pala de pescado y me refugio en lo de siempre. Otras me muestro sumiso y obediente ante las opiniones y creo realmente que los cuchillos me conocen más de lo que me conozco yo mismo.
Las menos, me siento como un tenedor gigante con ganas de pinchar todo lo que me hace daño.
Pero ayer no fui cubierto, ayer me acerqué un poco a mí mismo y fui, entre una cuchara de sopa y un tenedor de postre, Oscar. Y ahora pienso como no necesitar a los cubiertos para ser yo.
Lo escrito es suficiente para mi, lógicamente así visto no tiene ninguna conclusión para hacer merecedores a estos párrafos de ser publicados. Pensando más fríamente me doy cuenta que es curioso como las actividades repetitivas que usan poca parte del cerebro dejan a tu cabeza en una especie de estado clarividente y dan la calma que de otra manera no consigues. Esta puede ser la conclusión.
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