Llevo mucho tiempo pensando que podría escribir últimamente: ¿Política?, ¿Algo personal?, ¿Algún Cuento del Pintor?.... me pregunté cada día de los que me llevo conectando desde la última y misteriosa entrada.
Por fin, me he decidido; llega el momento de volver a hablar del arte de escribir.
Con la extraña educación que he recibido me he dado cuenta de que tiendo a explicar lo inexplicable y que cualquier ayuda que reciba del exterior se cuaja en un argumento principal para mi defensa.
En este sentido hace tiempo leí un artículo que a lo menos me pareció curioso. En él se decía, y basándose en estudios, que normalmente los escritores tendían a la poesía en sus primeros años, concordando con la juventud, para luego realizar escritos más extensos en forma de relatos, novelas o, de seguir con la poesía, antologías poéticas con una temática común en todos sus elementos.
Según este estudio esto se debía a que según el escritor maduraba precisaba de establecer una constancia, una estabilidad o su forma de desahogarse, su trabajo tenía que llevar esas características a hombros. Es decir la novela, el relato o el ensayo eran las obras más propicas para cumplir con la constancia y estabilidad necesarias en la madurez.
Por otro lado, en la juventud, la bomba de emociones nacientes, de pensamientos esporádicos basados en las primeras experiencias propiciaban la escritura de poemas cortos donde reflejar esa naturaleza.
A pesar de las notables excepciones que se encuentran en este artículo, tengo que darle algo de razón. Ya no solo por la lógica que me inspira si no por la experiencia personal.
A día de hoy me hayo enfrascado en una gran idea para una novela, gran de grande no de buena, una novela que me llena de ilusión porque responde a un interrogante nacido en mi cabeza. Como novela, requirirá tiempo y un enorme esfuerzo, tanto organizativo como imaginativo, esfuerzo todavía mayor desde que te das cuenta que las 300, 400 páginas que puede tener son solo la punta del iceberg de una montaña de papeles, historias, contextos, cronologías... necesarias para darle coherencia a un texto narrativo.
Así pues aviso que las actualizaciones de mi blog se verán ligeramente reducidas e influidas por este hecho. Ya que mi esfuerzo se concentrará en la elaboración de una historia que me ha cautivado desde el principio, una novela que ha nacido de mi perspectiva, de mi inteligencia y de mis conocimientos y que, como bien me ha dicho mi mecenas: " No es algo rompedor, pero le da una estupenda vuelta de tuerca a algo que ya existe, que rellena un hueco que falta"
Así que aprovecho para disculparme por que se que me leeis bastante, que me leeis aunque no me hableis y a partir de ahora no creo que mis publicaciones sean tan periódicas.
.... es hora de escribir un libro
Nuevo pero viejo, diferente pero manteniendo la costumbre, realista y de ficción emocional pero sin imponer la razón
sábado, 29 de enero de 2011
lunes, 3 de enero de 2011
Corazones de Hierro, sueños intensos...
·····Sebastopol (15 Moviembre 1948)·····
Durante esta guerra de casi un año, patrullé el Mar Negro junto con el resto de la Flota Insignia de Francia en el crucero ligero Normandie en busca de la maltrecha y obsoleta armada soviética con un solo y claro objetivo, hundirla.
Fue fácil, ni punto de compàración que combatir contra los Kamikazes cerca de Manila, ahí si que nos hicieron mojarnos los cabrones...
Aquella noche decidí salir por la vieja Sebastopol, ocupada por los yankis meses atrás, y tomarme unos cuantos vodkas con mis compañeros de armas.
La celebración era intensa, la soñada paz había llegado y nuestro presidente había anunciado el fin de las Intervenciones de Pacificación... Ja! me reía por mis adentros, ¿ahora que controlamos medio mundo realmente creeis que nuestro presidente no quiere el resto? "Un año y desembarcaremos en Inglaterra" me decía...
Entre el jolgorio victorioso de los franco-americanos, al vigésimos baile, y al tercer vodka la vi, ahí estaban otra vez esos rizos largos y negros ondeando al son de una polka, y ahí estaban esos ojos negros mirándome de nuevo por encima de decenas de cabezas yankees. Era Natascha, una refugiada rusa que nos tenía por sus liberadores a pesar de que nuestra aviación había arrasado Smolensk, su ciudad natal.
"La conocí una noche y me enamoré a la siguiente"
Al acabar su actuación me vendría a buscar y nos iríamos a una de esas casas aristócratas abandonadas por los designios de la guerra y otra noche apasionada con ella, ¿la última antes de regresar a Fracia?... ¡Francia es Sebastopol! pensé y no pude hacer otra cosa que reirme de todo esto.
Pero esa noche ocurrió algo inusual, me tocaron el hombro con una delicadeza conocida, y acariciaron mis rizos como lo habían hecho en Hanoi hacía cuatro años.
Me giré y ahí estaba otra vez sonriendo con picardía y penetrando en mi alma con sus ojos marrones... "Michelle mi último amor ¿que hacía aquí?" fue lo último que me pregunté esa noche.
La sorpresa fue para ambos, ella era enfermera y llegó a Sebastopol desde el frente para irse al día siguiente en la 1ªFlota de Transporte, volvía a Francia.
Hablamos animadamente, me dijo que se iba a casar, que le esperaban en Marsella con un anillo y esa noticia, que debía haberme dolido, solo me apenó. Se casaba con un yankee. ¡Joder Michelle, mereces algo mucho mejor!
Se me subía el alcohol rapidamente, aunque mantenía la compostura, y entonces cuando parecía que comenzaba a controlar la situación.... me rodearon, apareció Natascha y abrió otro frente, pero no estaba sola había un oficial francés con ella.
Todo se volvió muy extraño, no recuerdo que es lo que realmente ocurrió, ni como llegué a esa situación. Solo se que salimos los cuatro a la fría calle y nos dirigimos a la casa aristócrata de turno. Fue entonces cuando noté en Michelle su mirada... si esa mirada de deseo que tanto me había cautivado tiempo atrás.
...El oficial, no recuerdo su nombre, iba del brazo de Natascha, ¿celos que se difuminan entre el alcohol ingerido?...
Más tarde y más oscuro, recuerdo una cama enorme y tres cuerpos desnudos, Natascha estaba lejos en las penumbras del otro lado de las sábanas y Michelle besaba y mordía cada una de mis cicatrices de batalla con fuerza y pasión...
Nos movimos y Michelle le concedió un poco de su veneno a aquel borracho compatriota, invitado casual a mi escena, mientras que Natascha besaba mis labios; que no es lo mismo que besarme a mi... ¿celos? otra vez... no la verdad no; solo que después del pastel la fruta no es buen postre.
Y así en un momento Michelle acercó su boca y dijo: "te quiero solo para mi, esta noche nos lo merecemos"...
Y esa noche nos los merecimos; y al día merecí los lloros de Natascha, por irme con Michelle, por dejarla con el oficial, por demostrarle que Sebastopol nunca será Francia...
Nota del autor: Michelle eres tú y Natascha es aquella ¿o era al revés? Cuando podais claro...
Durante esta guerra de casi un año, patrullé el Mar Negro junto con el resto de la Flota Insignia de Francia en el crucero ligero Normandie en busca de la maltrecha y obsoleta armada soviética con un solo y claro objetivo, hundirla.
Fue fácil, ni punto de compàración que combatir contra los Kamikazes cerca de Manila, ahí si que nos hicieron mojarnos los cabrones...
Aquella noche decidí salir por la vieja Sebastopol, ocupada por los yankis meses atrás, y tomarme unos cuantos vodkas con mis compañeros de armas.
La celebración era intensa, la soñada paz había llegado y nuestro presidente había anunciado el fin de las Intervenciones de Pacificación... Ja! me reía por mis adentros, ¿ahora que controlamos medio mundo realmente creeis que nuestro presidente no quiere el resto? "Un año y desembarcaremos en Inglaterra" me decía...
Entre el jolgorio victorioso de los franco-americanos, al vigésimos baile, y al tercer vodka la vi, ahí estaban otra vez esos rizos largos y negros ondeando al son de una polka, y ahí estaban esos ojos negros mirándome de nuevo por encima de decenas de cabezas yankees. Era Natascha, una refugiada rusa que nos tenía por sus liberadores a pesar de que nuestra aviación había arrasado Smolensk, su ciudad natal.
"La conocí una noche y me enamoré a la siguiente"
Al acabar su actuación me vendría a buscar y nos iríamos a una de esas casas aristócratas abandonadas por los designios de la guerra y otra noche apasionada con ella, ¿la última antes de regresar a Fracia?... ¡Francia es Sebastopol! pensé y no pude hacer otra cosa que reirme de todo esto.
Pero esa noche ocurrió algo inusual, me tocaron el hombro con una delicadeza conocida, y acariciaron mis rizos como lo habían hecho en Hanoi hacía cuatro años.
Me giré y ahí estaba otra vez sonriendo con picardía y penetrando en mi alma con sus ojos marrones... "Michelle mi último amor ¿que hacía aquí?" fue lo último que me pregunté esa noche.
La sorpresa fue para ambos, ella era enfermera y llegó a Sebastopol desde el frente para irse al día siguiente en la 1ªFlota de Transporte, volvía a Francia.
Hablamos animadamente, me dijo que se iba a casar, que le esperaban en Marsella con un anillo y esa noticia, que debía haberme dolido, solo me apenó. Se casaba con un yankee. ¡Joder Michelle, mereces algo mucho mejor!
Se me subía el alcohol rapidamente, aunque mantenía la compostura, y entonces cuando parecía que comenzaba a controlar la situación.... me rodearon, apareció Natascha y abrió otro frente, pero no estaba sola había un oficial francés con ella.
Todo se volvió muy extraño, no recuerdo que es lo que realmente ocurrió, ni como llegué a esa situación. Solo se que salimos los cuatro a la fría calle y nos dirigimos a la casa aristócrata de turno. Fue entonces cuando noté en Michelle su mirada... si esa mirada de deseo que tanto me había cautivado tiempo atrás.
...El oficial, no recuerdo su nombre, iba del brazo de Natascha, ¿celos que se difuminan entre el alcohol ingerido?...
Más tarde y más oscuro, recuerdo una cama enorme y tres cuerpos desnudos, Natascha estaba lejos en las penumbras del otro lado de las sábanas y Michelle besaba y mordía cada una de mis cicatrices de batalla con fuerza y pasión...
Nos movimos y Michelle le concedió un poco de su veneno a aquel borracho compatriota, invitado casual a mi escena, mientras que Natascha besaba mis labios; que no es lo mismo que besarme a mi... ¿celos? otra vez... no la verdad no; solo que después del pastel la fruta no es buen postre.
Y así en un momento Michelle acercó su boca y dijo: "te quiero solo para mi, esta noche nos lo merecemos"...
Y esa noche nos los merecimos; y al día merecí los lloros de Natascha, por irme con Michelle, por dejarla con el oficial, por demostrarle que Sebastopol nunca será Francia...
Nota del autor: Michelle eres tú y Natascha es aquella ¿o era al revés? Cuando podais claro...
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